En estas fechas tan señaladas no son los regalos los que ocupan mi tiempo, sino los exámenes. Era mi intención abstenerme de invertir tiempo de estudio en escribir algo para este, nuestro Rincón, pero esta vez no he podido contenerme.
Es lunes, y vamos allá. ¡Reflexión Friki! O no tanto...
El hecho que me preocupa es el Acto por la familia convocado en Madrid el pasado domingo 30 de diciembre, acto se convirtió en un ataque indiscriminado hacia el Gobierno de Zapatero y, por tanto, en un acto electoral.
¿Qué derecho tiene la Iglesia a participar en la vida política? Bajo mi punto de vista, ninguno. Pero si desempeña un papel es porque nosotros se lo permitimos. Empezando por celebrar el día de Reyes, unas fechas que han abandonado su carácter religioso para convertirse al consumismo hipócrita que nos caracteriza. Pero las seguimos celebrando, y ellos se regocijan.
Pese a mi juventud, tengo entendido que España, después de la famosa Constitución del 78, es un estado laico. Y, bajo mi entendimiento, un estado laico no da ningún tipo de preferencia a ninguna de las religiones que se practican en el mismo. Sólo hay que pensar en la financiación que recibe la iglesia católica por parte del Gobierno, que durante esta legislatura aumentó. ¿Reciben las otras religiones presentes en el Estado la misma retribución? Me aventuro a asegurar que no.
Lógicamente, hay defensores de esa financiación. Dejando a un lado a los devotos con la fe como único argumento, tenemos a quien dice que la Iglesia ahorra al Gobierno la realización de servicios asistenciales, benéficos y educativos. ¿No podría el Estado contratar a otro tipo de entidades para que las realizara? Si su tarea es esa, que se constituya la Iglesia como una empresa o ONG, como hace todo el mundo.
En el mencionado acto por la familia se dijeron varias frases míticas:
"Están sacudiendo los cimientos de la familia con legislaciones inicuas e injustas", dijo el arzobispo de Toledo.
"...nuestro ordenamiento jurídico ha dado marcha atrás respecto a lo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas reconocía y establecía hace ya casi 70 años. A saber: que la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado", dijo Rouco Varela, el arzobispo de Madrid.
"La cultura del laicismo radical es un fraude que sólo lleva al aborto y al divorcio exprés", dijo el arzobispo de Valencia.
Detecto en dichas declaraciones algo que me parece patético: el hecho de apropiarse del concepto de la familia y la prepotencia que caracteriza a quien se cree por encima de los demás. Además, detecto la falta de un pequeño matiz: el Estado no obliga a nadie a divorciarse ni a abortar, únicamente ofrece dicha opción a quien lo elija, en algo que se llama libre albedrío.
¿Inventó la Iglesia católica la familia? ¿Estoy obligado a seguir un concepto de familia marcado por ellos?
La base de todas estas descalificaciones radica en algo que ya le pasó a la Iglesia hace muchos siglos, y que acabó con varias escisiones y una enrabietada Contrarreforma.
Una cosa está clara: la sociedad, el mundo, avanza. Se moderniza. Reflexiona. Y, como ha pasado siempre, todo cambia con el tiempo. Menos ellos. Siguen realizando unos rituales descafeinados y anticuados, que aburren, como demuestra una asistencia de risa. Y, lo que es más grave, siguen opuestos a todos, anclados en ideas del pasado.
Descalifican el uso de métodos anticonceptivos y penalizan el aborto y el divorcio. No aceptan a las mujeres en los puestos importantes de su cúpula. Todo porque no entra dentro de sus normas establecidas.
Es cierto que tienen sus seguidores, aquellos que se creen lo que dicen. Aquellos que han quedado después de la purga que se produjo cuando la sociedad vio que no tenía ninguna obligación de creer en nada ni de asistir a misa los domingos.
De vez en cuando, aparece alguno de ellos creando polémica. Y, como animales acorralados, callan y hacen piña. Sirvan como ejemplo ciertas declaraciones del obispo de Tenerife:
El obispo de Tenerife, Bernardo Alvarez, considera que hay menores de edad que "consienten" mantener relaciones sexuales y que "incluso, si te descuidas, te provocan". "Esto de la sexualidad es algo más complejo de lo que parece", ha afirmado el obispo en una entrevista publicada en el diario La Provincia de Las Palmas.
Según este prelado, "puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho los hay". "Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo, y además deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan", ha destacado.
Yo he recibido una formación religiosa durante mi educación y, pese a no considerarme creyente, tengo una ligera concepción de lo que representa Dios, y respeto profundamente a quien crea en ello.
Concibo un Dios igualitario, que permita la libertad de las personas para elegir, para ser libres. Para elegir cuándo tener hijos, cuándo casarnos o divorciarnos, cómo va a ser nuestra familia. Para elegir cómo vivimos nuestra propia vida. Todo, traspasando las fronteras de lo que dictamine una estructura que se dice elegida por Dios, y que no es más que un grupo de gente que se aferra a unas ideas corruptas por el paso del tiempo y el boca-a-oreja. Y es que dos mil años son muchos, y siguen confiando en la visión de cuatro escritores que decidieron contar a su manera la vida de alguien que, presuntamente, resucitó. Esos que, a veces, se acercan más al Dios furioso y vengativo que sale en el Antiguo Testamento.
Pese a todo, hay que reconocer que estos personajes sí tienen razón en una cosa: el concepto del matrimonio lo inventaron ellos. Por tanto, tienen todo el derecho del mundo a decidir sus reglas. La culpa, en este aspecto, la tenemos nosotros, al aceptar una práctica católica y quejarnos después de sus reglas. Porque, ¿qué es casarse? Si implica compartir el resto de tu vida con alguien, es una mera formalización. Y yo, por lo menos, no estoy para tonterías.
Si nuestra sociedad realmente avanza en libertades y en igualdad para todos, la Iglesia se separará del Estado y declaraciones como las que se han oído estos últimos días dejarán de tener el eco que han tenido. O pasarán a tener el mismo bombo que lo que diga Marujita Díaz, que por lo que tengo entendido no influye en las decisiones de Estado.
Hay cierto dato que considero gracioso. Según el Arzobispado de Madrid, la concentración logró la cifra de 2.000.000 de asistentes. Según estas técnicas modernas que tenemos disponibles ahora, leo que la densidad para que eso se lograse hubiera sido de 46 personas por metro cuadrado. Quizá Dios obre milagros, y yo sin creer...
Entrevista al Obispo de Tenerife
1 comentario:
Me hace gracia el lema: Por la familia! Como si hubiera terroristas que atentaran sobre ella. Me imagino entrando por la noche en mi casa y gritando: Que os divorcieis!!! Monoparentales YA!!
jejeje, si es que los fundamentos de la igleisa catolica son tan endebles.
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