jueves, 14 de febrero de 2008

Para ti, que te encanta el flautista de Hamelín pero no la política

Hoy toca la reflexión friki de la semana, aunque sea tardía. Esta vez voy a politiquear un poco. Como siempre, mostrando mi humilde, y quizá ignorante en muchos aspectos, opinión.



Como todo el mundo sabe, las elecciones están al caer. A no ser que se viva en Marte o en Sri Lanka, claro. En esta ocasión perderé mi virginidad como votante en unas generales. Y, ante dicho suceso, me pregunto a quién voy a votar, como todo el mundo.

Las conversaciones con amigos, familia y conocidos sobre este tema son normalmente bastante monótonas, ya que acaban con alguna de las frases ampliamente extendidas. A saber: "a mi la política no me interesa", "estoy desencantado con los políticos", "no hay ninguno que me convenza"...

Lo primero que me pregunto es si voy a votar. Es un derecho que creo que debería tornarse una obligación. Empezando porque, como dice el padre de un amigo, mucha gente lo pasó muy mal para que se pudiera votar. Y siguiendo porque, desde mi propia conciencia, creo que opinar y/o decidir sobre algo que va a afectar a tu vida en los próximos cuatro años es necesario si se tienen aspiraciones en la vida.

Otra ocurrencia es decir que por un voto no se decide nada. Este argumento está tan desgastado que hasta cansa, siendo usado para todo: para no reciclar, para tirar un papel al suelo, para no ahorrar agua... Decir que es el hecho de que mucha gente diga lo mismo lo que sí decide algo también cansa. Y, como siempre, es una cuestión de egoísmo, de que otros hagan el "esfuerzo" de ir a votar y seas tú ese voto que no decide nada.

Una vez decidido si se va a votar, se debe pensar a quién. En primer lugar habría que tener cierta ideología para decidir entre los distintos partidos que representan cada una de esas formas de pensar. Además, creo que eso nos permitiría dejar un poco de lado las promesas electorales para centrarnos en la base, en la forma de pensar en general que hay en una opción política.

Si no tenemos esa ideología clara, siempre podemos hacer una atenernos a las promesas electorales y, simplemente, decidir cuáles nos interesan más por el efecto que produzcan sobre nosotros o sobre los demás.

El último aspecto a comentar es el del descontento y la sensación de que no va con nosotros la lucha entre los grandes partidos. Todo ello creo que es fruto de una gran contradicción, ya que si todo sigue igual nos quejamos, pero si un político fuera más claro y directo y no siguiera protocolos ni grandilocuencias lo acusaríamos de campechano y también lo rechazaríamos.

Por tanto, todo forma parte de unas costumbres políticas y de una forma de hacer las cosas que se ha ido estableciendo con el paso de los años y que es muy difícil cambiar.

Si, pese a todo, estamos en contra de todo esto, podemos votar a otros partidos que propongan otras formas de gobernar. Porque si no nos gustan los dos grandes partidos, siempre podemos votar a los muchos minoritarios que existen, que si no pintan nada es porque no nos preocupamos por darles nuestra confianza.

Si se diera el caso de que no nos gustara ninguno de ellos, existe la opción de votar en blanco, que da fe de que no estamos conformes con ningún partido. También se puede votar a algún partido de los que prometen dejar su asiento libre o poner un oso de peluche en caso de obtener un escaño.

El esfuerzo empleado es tan simple, además, que la excusa de la pereza tampoco sirve.

Por eso, creo que hay votar. Lo que sea, pero hay que ir. Porque para que mejoremos como sociedad y hagamos un mundo mejor todos tenemos que poner de nuestra parte. Y dar nuestra opinión es una forma de hacerlo.

- Enlace a una lista de los partidos políticos que se presentan a las elecciones.
- Artículo de Wikipedia sobre las elecciones de 2008.

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